Hay un ingrediente fundamental en el sexo: el erotismo. Del sexo no se puede disfrutar sin lo que en sexología llamamos tener la mente en clave erótica. Es difícil excitarse si nos intranquiliza la salud de algún hijo que incluso puede estar llorando en la habitación de al lado, o si casualmente hoy el jefe nos ha echado una bronca en el trabajo. Cuando la mente está distraída en otras cosas la respuesta sexual no funciona satisfactoriamente, se inhibe. Sensualidad, sensibilidad erótica, fantasía, deseo… son conceptos mucho más útiles para la satisfacción sexual que conocer infinitas posturas de gran complejidad.
Aquí les vamos a contar una técnica que ayudará a cualquier pareja a gozar y ganar cada vez mayor placer y sensibilidad. Desde que la sacaron a la luz bajo el nombre de Focalización Sensorial los padres de la sexología (el matrimonio formado por William H. Masters y Virginia E. Johnson), se ha mostrado como un ingrediente básico e infalible para el tratamiento de gran parte de las disfunciones sexuales. Pero además, ayuda a quien la ponga en práctica a ampliar y cultivar la sensibilidad erótica de toda la piel, desgenitalizando la relación sexual. Efectivamente, tradicionalmente se ha centrado el disfrute sexual en las caricias a los genitales cuando toda nuestra piel es erógena y podemos disfrutar de las caricias en todo el cuerpo. La relación erótica se tiene con todo el cuerpo y no solo con los genitales.
Por otro lado, esta técnica favorece el desarrollo de sentimientos “egoístas” con respecto a la relación sexual, partiendo de la máxima de que “nadie puede dar al otro lo que es incapaz de darse a sí mismo” y combatiendo así el prejuicio de la generosidad que impide vivir el placer de recibir y dar sin culpa y sin necesidad de contrapartidas.
Deben acudir a la relación sexual sin prisas, ni fines ni metas (la relación sexual es un juego, no un trabajo). Así, la mente debe estar en clave erótica, relajada, exenta de responsabilidades, preocupaciones o cansancio. Deben planificarse los encuentros buscando las mejores condiciones para ambos miembros de la pareja, incluyendo intimidad, una habitación debidamente caldeada, creatividad ambiental (música, luz, olores…) y eliminando elementos importunadores (ruidos, interrupciones… apagando teléfonos y timbres).
Procedimiento de Placereado:
Nos gustaría que se preparen para acostarse, que se desnuden, se duchen con agua caliente y se relajen. Durante todo el ejercicio ambos estarán en silencio y con los ojos cerrados (incluso con un antifaz o una venda en los ojos). La supresión del sentido de la vista les facilitará la concentración, ocupando la mente con imágenes y pensamientos eróticos que sirvan de estímulo. Uno de los miembros de la pareja se tumbará boca abajo, el otro, también desnudo, se sienta cómodamente a su lado y acaricia al que está tumbado con la palma de la mano abierta (para evitar producir cosquillas) o incluso con los labios, desde la cabeza a los pies, lentamente, sin olvidarse de ninguna zona, descubriendo toda la orografía corporal del compañero.
Nos gustaría que se preparen para acostarse, que se desnuden, se duchen con agua caliente y se relajen. Durante todo el ejercicio ambos estarán en silencio y con los ojos cerrados (incluso con un antifaz o una venda en los ojos). La supresión del sentido de la vista les facilitará la concentración, ocupando la mente con imágenes y pensamientos eróticos que sirvan de estímulo. Uno de los miembros de la pareja se tumbará boca abajo, el otro, también desnudo, se sienta cómodamente a su lado y acaricia al que está tumbado con la palma de la mano abierta (para evitar producir cosquillas) o incluso con los labios, desde la cabeza a los pies, lentamente, sin olvidarse de ninguna zona, descubriendo toda la orografía corporal del compañero.
El que está acariciando va buscando su propio disfrute, no el placer del otro (actitud egoísta). Debe concentrase en lo que está experimentando cuando toca su cuerpo y su piel. Cuando llega a los pies, el que está tumbado se da la vuelta y se coloca boca arriba y el que acaricia lo hace ahora desde los pies a la cabeza, excluyendo los genitales y senos. Siempre ha de mantener una mano sobre la piel del otro para evitar en éste la sensación de abandono.
Al terminar esta parte, ambos pueden hablar y comentar cualquier sugerencia que les ayude a mejorar la técnica (sensaciones desagradables, cosquillas…).
Después se cambia y el que acariciaba ahora se tumbará y el que estaba tumbado pasa a ser el que acaricia para romper de esta forma los roles activo-pasivo de los prejuicios de género, y se repite así desde el principio el procedimiento antes descrito. Es importante que el que está recibiendo las caricias preste atención a las sensaciones que siente sin dejar que su mente vague, es decir, sin pensar en nada más.
Si la pareja practica este ejercicio con relativa frecuencia conseguirá disfrutar más de sus encuentros sexuales.
Consulta de Sexología, pide cita en el 617445652.